Trabajo en el techo de San Salvador

Trabajo en el techo de San Salvador

Casi 90 metros de altura, dos años de construcción, 2 mil 500 obreros y un costo de 45 millones de dólares. En Torre Futura trabajan algunos de los ejecutivos mejor pagados de Centroamérica y una cuadrilla de casi 50 personas que hace un trabajo anónimo de mantenimiento, limpieza, atención al cliente y seguridad.

Con sus 83 metros y sus 19 pisos, Torre Futura es el segundo edificio más alto de El Salvador después de la torre El Pedregal, que mide 110 metros y tiene 25 pisos. Torre Futura fue inaugurada el 1 de diciembre de 2009 por el presidente del grupo Agrisal, Roberto Murray Meza.
Torre Futura tiene una fachada acristalada en el lado oriente de 4 mil 248.60 metros cuadrados, el equivalente a la superficie de una cancha de fútbol reglamentaria. Limpiarla requiere de más de un mes de trabajo y solo se limpia una vez al año, coincidiendo con el comienzo de la estación seca. La limpieza puede costar entre 12 mil y 30 mil dólares, dependiendo de la empresa a la que se contrate.
Mario, Allan y Rigoberto han tardado más de 2 horas en montar la góndola y unos 20 minutos en llegar hasta el piso 14, donde se encuentran. Dicen sentirse privilegiados de hacer un trabajo que les da un decorado de paisajes que pocos salvadoreños pueden gozar.
De los 36 trabajadores que se encargan de la limpieza y arreglo de los exteriores de la torre, solo cinco se dedican a los trabajos de altura. Esta labor implica riesgos adicionales, por lo que hace falta tomar precauciones extras como utilizar arnés y casco siempre que se esté trabajando en un andamio móvil.
Dos trabajadores se relajan mirando hacia la Colonia Escalón y el volcán de San Salvador mientras esperan que llegue el compañero encargado de siliconear las juntas de la cara oriente.
Un laberinto de cables y tuberías decoran el techo de la planta 20 aún vacío. Alquilar un espacio aquí ronda los 24 dólares el metro cuadrado, y alquilar la planta entera por un mes cuesta casi 40 mil dólares o, lo que es lo mismo, el salario de 10 años del operario que repara la instalación eléctrica.
En la azotea la escalera ubicada en la caja de los elevadores guía hasta el punto más elevado de la torre, donde se encuentra el pararrayos. Ricardo Alfonso desciende por ella después de comprobar el buen estado del aparato.
El último piso de la torre es falso: se trata de una pantalla de concreto y cristal construida con el propósito de esconder las torres de refrigeración y arañar unos metros más al cielo. Ricardo Alfonso, jefe de mantenimiento, camina por el carril que utiliza la góndola para moverse de un costado al otro de la fachada poniente.
Fidel Vargas, de 44 años de edad, lleva más de dos años trabajando en la torre. Los primeros 14 meses como obrero de la construcción y desde diciembre pasado como jardinero. Trabaja 44 horas semanales y gana 207 dólares mensuales, el salario mínimo. La torre tiene varias zonas ajardinadas, algunas de las cuales -como el techo de Viva Espresso- solo lo pueden apreciar desde la altura los ocupantes de la torre.
La fuente de la plaza sufría filtraciones, por lo que hubo que repararla. Juan de Jesús es uno de quienes hacen este tipo de trabajo. Lleva un año con el grupo Agrisal y recibe un salario de 360 dólares.
El piso 20 ha permanecido vacío casi todo el tiempo, pero se ha utlizado algunas veces para actos afines a la empresa propietaria Agrisal. Tiene una vista de 360 grados.

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